lunes, 22 de agosto de 2011

Perdieron la credibilidad, naturalizaron la aberración, decepcionaron una vez más

Ya no sé como arrancar estas líneas. La verdad hasta llegue a pensar si soy yo el que está evidenciando algo absurdo. La perdida de las formas hasta para mentir habla de un escalón superior en las escalas de corrupción, y la naturalidad sorprendente de todos ante tamaño avance de la desigualdad, en este caso del fútbol, en este caso por River, pero por sobre todos en este caso por los que advirtiendo que es River permiten lo que anteriormente no permitían y es ahí donde el pueblo del fútbol jamás debe de dejar de advertir las irregularidades ni callar su descontento.

No lo hacen los Fabbri, que escudado en una mesa totalmente corruptible por Farinella y Palacio, dos desagradables que se venden siempre al mejor postor, y que recriminan irregularidades en la sociedad pero después no pueden hacer lo mismo para explicar los atropellos que se realizan en el fútbol argentino desde que existe Boca, desde que existe River.

No lo hace Vignolo desde minuto 90 y ninguno de los “periodistas” que ocupan asientos como si fuesen mesas de bar con la única diferencia que tienen una cámara. Porque esa es la única diferencia, que no hay diferencias entre la mayoría del público en general y sus opiniones con las de estos especímenes que tan chatito y chiquito hicieron al periodismo deportivo.

Se que escribo para una amplia minoría, y me es inevitable hacer que no quede pedante el comentario posterior de que por eso estamos como estamos, pero piénsenlo en función de criticar lo criticable y pregúntense quien de todos estos encargados del deporte repudiaron: primero, la aberración de Vila en usar como bandera su antipatía con Grondona para hacer plata con las 12 mil generales que les dio el paso de River por Mendoza; segundo la inmadurez y el cagonismo de una institución que todo el tiempo desde que descendió, quiere modificar a su antojo un torneo que ya así estaba establecido y nadie nunca dijo nada ni se lo cuestionó; y tercero, y el peor de todos, cómo a ninguno de los que tienen el poder de la cámara les escuche hacer una crítica de estos impresentables hinchas neutrales con camisetas de River que fueron en una primera fecha de campeonato en condición de visitante cuando todos los equipos que están desde hace algunos años en el ascenso no lo han podido hacer todavía, e inclusive cómo pudieron hacerlo teniendo antecedentes inmediatos de actos de terrible vandalismo en la cancha de Belgrano, y posteriormente en su consumado descenso en el Monumental.

¿Cómo puede ser? ¿Están todos comprados? O acaso es una locura lo que evidencio y planteo. Y probablemente la esencia del fútbol sea obviamente jugar con visitantes, lo que realmente molesta es que para que se haya instaurado tenga que aparecer River con todo su poderío de escritorio, porque en cancha ya no le queda más nada.

Cómo puede ser que los corruptos ya no se esfuercen mínimamente en maquillar los abusos, ese es el paso inicial para darnos cuenta que naturalizamos la aberración, la corrupción y hasta ellos mismos se ríen de nosotros en la cara.

Y si lees esta nota y sos de River, pensá dos segundos lo que se plantea y no lo justifiques desde el estúpido “somos grande”, porque entonces la justicia debería cambiar y ser proporcional en cuanto a la grandeza, y aunque así realmente es, no es lo que la constitución todavía oficialmente marca. Trata de ponerte en el lugar del otro. Imagina que llegue alguien a tu casa y quiera cambiarte todos los muebles de lugar, sacarte de tu cama y cambiarte hasta tus familiares, te gustaría? Pensalo.

No alcanzan las palabras ya para describir lo que este tipo de fútbol siente cuando ve que lo que en algún momento era su sueño, todo el tiempo fue una mierda infectada y corrupta. Ver que lo que quisieras ser es un campo tan corrupto es lo peor que te puede pasar siendo tan honesto, teniendo tantos principios, no pudiendo dejar de pensar por un segundo lo aberrante que es casi todo. Periodistas, perdieron lo más valioso que tenían, perdieron su credibilidad.

lunes, 3 de mayo de 2010

Sacar el poder de un cajón para ponerlo en otro... ¿eso es redistribución de la riqueza?

La corriente liberadora, que para algunos, propone el kirchnerismo tiende a caer en el vicio de que TODOS debamos inclinarlos ante sus estupendas voluntades, y así nos lo hacen saber sus subditos ecuaces, sus elocuentes oradores, asquellos que hablan a la multitud como si fueses parte del gobierno nacional y que mayoritariamente se escudan en el remixado y muy focalizado canal estatal hacia determinado sector más que oficial. A ver, que quede claro, no acepto formas de gobierno que no respeten las otras formas, la diversidad tan defendida por el gobierno es el remedio que lo está arrastrando a la muerte. La falta de argumentos para respoder se traduce en ser golpista, en ver TN, o en vaya a saber que otro método de omisión. Un gobierno no se puede permitir estar destruyendo todo el tiempo, y tampoco lucrar con la herida insubsanable que la última dictadura militar ha dejado en los argentinos, pero la falta de argumentos políticos para llevar un plan de gobierno sustentado en el trabajo y la educación ( no me vengan con la baja del 20% de la pobreza traducida por trabajo, eso se llamas planes trabajar) hace que desde el discurso deba reemplazarse la acción política inexistente, y criticable desde todo punto de vista y como también lo he hecho con todos los anteriores gobiernos.
Sacar el poder de un lado, para llevarlo a otro no es más que cambiarlo de lugar... Ahora el malo es Clarín (parrafo aparte, siempre fueron malos) y también cuando ayudaron a Nestor en las elecciones de 2003, pero ahí no se decía nada. Es una lástima que muchos boludos, porque otra palabra no se me ocurre defiendan a rajatabla la tan evidente linea de conducción que nos está haciendo mierda, más allá de lo económico, si bien es importante, el gobierno no ayuda a la unión en ningún aspecto, sino preguntenle a Binner como hace para que Santa Fe pueda sobrevivir siendo socialista, los kirchner no perdonan eso, no aceptan formas de pensamiento distintas. Pero desde las ciencias Freud identificó el fenómeno de contrareferencia, al decir que cuando uno acusa a otra persona, esa es la vocalización del subconsciente de lo que uno en realidad es.
Y este gobierno es golpista, desfragmentador, antipopular (de hecho yo no tengo trabajo, soy uno más) y tantas otras cosas más. Pero claro la redistribución es el lenguaje oficial, es eso, sacar de un lugar para llevarlo al propio.

domingo, 18 de octubre de 2009

Valores cambiados

La Excelente nota de mi amigo y colega Leandro Aguiar no hace más que reflejar ambiguedades varias de este rejunte de europeos denominados argentinos. Gente que dice a mi me dio muchas alegrías Maradona, otros que es un genio discursivo porque desvió la tensión con sus declaraciones y nadie habla del rendimiento inexistente de la Selección,( sino de lo que este dios un tanto devaluado y bastante terrenal por cierto ha mencionado en las últimas horas). Esa gente es la que conjuntamente con cierto estracto bastante amplio del periodismo puso a Maradona en el lugar de líder de opinión, de ejemplo a seguir, de caudillo soberbio, agrandado, dueño absoluto de la verdad, y Técnico representativo del Seleccionado Nacional. Sí sí, Maradona no hay uno sólo, sujetos como él se toman colectivos, trabajan en los bancos, caminan por la calle, se sientan en bares, comen asados y obviamente son consumidores de fútbol.Y claro que los valores están cambiados, buscamos que el fútbol no de lo que la clase dirigente no hace, de ahí la gente que salta con "el diego nos dio muchas alegrías" y no se quedan ahí, sino que defienden a su dios contra viento y marea cuando a este dios no le interesa otra cosa que la popularidad, sostenida a lo largo del tiempo por frases, todas ellas carentes de coherencia y con un dejo de absolutismo dictatorial alarmente.Mi mayor miedo es que pensemos que nos representa y que la selección nos identifica, grave error!!!. En todo caso que algunpo se sienta representado no significa que todos lo estemos. La selección la componen jugadores, que por ponerse una camiseta no son más que jugadores y Maradona no es más que ese sujeto induvidual que todavía declara como tal porqué ni él entiende el cargo colectivo que ocupa. Nuestra representación como sociedad está en otras cuestiones, que no viene al caso mencionar porque sabemos cuales son nuestras carencias y el mundo también las sabe. Si la selección no iba al mundial, todos íbamos a seguir respirando, todos íbamos a seguir sonriendo con amigos, todos íbamos a seguir siendo nosotros.Ahora si pusiesemos un poquito del interés que le dimos a este impresentable personaje en cuestiones que nos atañen como sociedad, considero que tendríamos un país bastante más pensante y justo.Que Maradona alguna vez sirva para algo, es verdad que es ejemplo, uno a no seguir obviamente, pero ejemplo al fin. O acaso nos vamos a olvidar que el fútbol no es más que nuestro pasatiempo, y que la vida es mucho más que una siemple pelota.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Cuestión de Agenda Setting

Quizás a lo largo de estas semanas el bombardeo de la nueva Ley de Radiodifusión es la mujer bonita que se roba todas las miradas. En ese contexto son los medios quienes informan acerca de una realidad en la cual están directamente involucrados, donde sus intereses están más a la vista que nunca, y se juega con la masa para arrastrarla y polarizarla en dos facciones: el gobierno K o los medios de comunicación.
"porqué en este momento. Es porque está enemistado con Clarín que Kirchner quiere sacar esta ley, es todo por conveniencia política", son algunas de las frases que me arté de escuchar por estos días, y le digo algo, puede que sea verdad. Ahora dejeme que le diga otra cosa, porqué tenemos la manía de buscar el pelo hasta en lo bueno, ese afán de saber por donde viene la mano, de ser desde nuestros lugares los dueños absolutos de la verdad... Parece esa, ser nuestra escencia como argentinos.
La actual ley que regula la actividad medial en la Argentina, y trasando una parelilismo con el fútbol hizo de los empresarios lo mismo que los barrabravas. En algún momento empezaron a dominar toda la escena y se adueñaron cada vez más de aquellos espacios que no le pertenecían, y ahora crecieron tanto que se hace practicamente imposible pelear de manera igualitaria para hacerlos retroceder de sus puestos monópolicos-hegemónicos.
La ley de la dictadura, es llamada hoy por todos "La Ley de Radiodifusión", mientras que está reforma toma el mote de Ley de medios K (particularmente no soy peronista y mucho menos kirchnerista) pero si hago una diferencia en los tratamientos que ambas reciben.
Vila, dueño de medios uno, ha definido como "la última instancia democrática para no ser un país totalitarista" la no aprobación de esta Ley. Cuando La monopolización de la información que ellos vienen realizando desde hace añares les parece algo absolutamente democrático.
Por eso es clave abrir los ojos, ver quien dice lo que dice y con que objetivo. Todos sostenemos un discurso con un interés de fondo, todos, y es importante que no nos dejemos llevar detrás de las frases hechas de aquellos que saben que tocan nuestro corazón diciendo algunas barbaridades.
Esta Ley es perfectible, se puede seguir mejorando, pero sin ningún lugar a duda y sea la bandera política que sea la que la lleve adelante, será mucho mejor que la impuesta por Videla para su Proceso de Reorganización Nacional, que dicho sea de paso endeudó a la Argentina y se llevó 30.000 personas.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Una mañana no tan gris

Ayer la cuidad lucía un tanto descolorida, es que ni el cielo había querido decir buen día y mandó a las nubes para que hagan acto presencia, y estas muy poco amigables por cierto, se desquitaron llorando. Claro está que era uno de esos días para hacer del cuarto el único lugar habitable, pero muy por el contrario yo andaba por el centro, en otro intento frustrado por conseguir trabajo (ver aparte), y disponía de mi celular donde estaba escuchando música.
La Mañana hacía agua por todos lados, y la verdad que me sentí muy a gusto caminando por el centro, aunque debo reconocer que me faltaba una mano al lado, alguien a quien mirar, alguien que también se estuviera mojando conmigo y porqué no reirse de eso... Aclaro por las dudas, ese alguien no existe, por lo menos por ahora.
En mi vuelta hacia casa, el colectivo fue una especie de cine, donde yo era el espectador y los protagonistas transpolaban la ventana de ese último asiento, los veía y no me veía, mi mundo estaba resuelto con mis auriculares bien colcados en mis oidos. Creo que no pensaba en nada, que no sentía nada más allá de la música, y que lindo fue no pensar. Y aunque varios me hayan dicho que estaba loco, yo tenía ganas de caminar bajo la lluvia, y de sentarme a mirar el río, y disfrutar de una mañana no tan gris.

lunes, 3 de agosto de 2009

Final de Redacción II

La delgada línea


El dicho popular asegura que en cada esquina hay una historia que merece ser contada, y una vez más no falló. A menudo o en algún momento de nuestras vidas todos escuchamos esa frase, y medio en broma medio en serio, seguimos el juego de quien nos la dice.
El barrio Arroyito, en la cuidad de Rosario, y la cuidad misma, tienen seguramente varias esquinas que merezcan algunas líneas, pero como no se puede estar en todos lados ni conocer todas las historias, elijo quedarme con la de Norma, quizás por la cercanía, quizás por la historia misma o simplemente quizás por el periodismo.
Una persona que pasaba desapercibida en cualquier parte del barrio donde se la cruzaba, seria, de pocas palabras, pero amable y abierta al diálogo cuando se le iniciaba una conversación. De ir siempre a la misma verdulería a la misma hora así hiciera 30 grados o 10 bajo cero, con su andar lento, un tanto cansino, como si más que el bolso de los mandados era la vida la que le pesaba. Así se la veía, y según el comentario popular algo escondía, algo guardaba. Con decir que una vez estando en el mercadito del barrio, entró Coco, un vecino de esos que son conocidos por todos, y dijo − Ojo que ahí viene la loca, tené cuidado −, y con el carnicero se reían.
Mi actitud curiosa ante estos acontecimientos no muy claros me activó ciertas dotes detectivescas, y como quien no quiere la cosa empecé a agudizar mi percepción. Los días se sucedieron, y Norma no aparecía por los lugares que solía frecuentar a las horas tan establecidas por ella misma. Algo no andaba bien, si hay algo que la destacaba era su sentido del deber, su horario era una marca registrada, llegué a pensar que se había ido de viaje, pero era un tanto rara la desaparición.
Ella tiene dos hijos, Diego y Raúl. Diego es alto, un empresario del rubro textil al que no le sobra mucho pero menos le falta, casado con un hijo y habitualmente sabe pasearse por el barrio con su familia para visitar a su madre. La vida de Norma es así, se sabe más de su entorno y sus actividades que de ella misma. Y con respecto a Raúl, es el menor, por ende el más pegado a su madre. Hasta a veces se lo ve haciendo los mandados, pero lo más curioso aún es que todavía vive con Norma. Tiene 30 años, trabaja y la naturaleza de su aspecto no le conspiró como para estar solo. Lo cierto es que en estas últimas semanas, Raúl hizo las actividades de su madre, sus mandados.
Norma hace rato dejó de trabajar, desde el 2005 aproximadamente, vive de unos campos que heredó de su familia, más una jubilación de su fallecido marido.
A esta altura mi compromiso con la historia ya estaba totalmente sellado. Tenía una persona que todos miraban medio raro, que salía muy poco, y se olía que algo no funcionaba bien.
Su último contacto con el mundo externo había sido hace algunas semanas atrás, quizás primeros días de Junio de 2009, fue un día muy frío, y caminaba por la avenida principal sin buscar algo en particular, miraba con detenimiento todas las vidrieras y seguía su andar. Tampoco se la vio muy decidida a ir hacia determinado lugar, más bien parecía tener tiempo libre y nada para hacer. Estaba ida, con poco sentido de la ubicación. Esa fue la última vez que estuvo por las calles, un misterio absoluto.
Mi entusiasmo parecía un tanto derrotado, recuerdo que llegué a casa, me preparé un café y me dispuse a mirar un partido, muy aburrido, en el entretiempo lo cambié, y haciendo zapping encontré un programa dado por un psicólogo que estaba exponiendo casos de personas con doble personalidad. Decía que este tipo de personas sufren un trastorno psicológico que les provoca comportarse de una manera en algunas situaciones y de forma muy distinta en otras más íntimas, quizás más bruscas, más acordes a su realidad. Apagué la tele y me fui a dormir.
De Norma no había rastros, se la había tragado la tierra. En el barrio fue el tema central de conversación, más que la gripe A, pero nadie aseguraba nada en concreto, todas eran suposiciones: que estaba de viaje, que se fue a lo de una hermana que vive en Entre Ríos, y todas cosas así, el tema estaba sobre la mesa y a pedir de boca.
La vida de esta mujer era un misterio, desde siempre lo fue, quizás ahora que había desaparecido se había acrecentado el comentario popular, pero siempre el nombre de Norma daba vueltas por todos lados, y nadie decía nada, se callaban inmediatamente, como si algo grave rondara sobre su vida. Se la veía una señora muy normal, apática, es verdad, pero cuántos hay así, eso no era suficiente motivo para decir que era rara o que tenía algún problema.
Mi abuela fue siempre una mujer muy observadora, demasiado quizás, pero además corre con otra ventaja, vive desde hace añares en el barrio, y si ella no conoce algo, probablemente no exista o no haya vivido aquí. Me fui una tarde a su casa y entre tantas cosas salió el comentario
− ¡Viste! parece que Norma la vecina que vive a tres cuadras de acá desapareció.
− ¿Cómo? − dijo mi abuela de manera muy curiosa. Aunque noté que no se sorprendió tanto.
− Mirá, esa señora es buena, simpática, generosa, y todo lo que te puedas imaginar de un buen vecino, pero la vida le jugó una mala pasada.
− ¿A qué te referís? − Pregunté.
− Esa señora trabajaba en el centro, en un local de ropa que ella tenía. Se vestía muy bien, y de golpe se dejó, se abandonó. No fue hace mucho que dejó de trabajar, pasa que lo que no muchos saben es realmente porqué dejó −. Y cuando estaba por contarme, pasó lo que siempre pasa, llegó visita. Me tuve que ir, pero tenía una punta, algo que me invitaba a seguir. Mis esperanzas lucían tan renovadas como el sol apareciendo en el nuevo día.
Ahora sabía que los vecinos no bromeaban al respecto de Norma cuando la veían en la calle, sino que sabían porque le decían cosas como: ahí va la loca del barrio, o cómo estará esta mujer. Cosas que seguía sin dilucidar, pero que ya no me sonaban extrañas, muy por el contrario, confirmaban la teoría de la rareza en las actitudes de Norma. Era cuestión de completar el rompecabezas.
− Sufre una severa enfermedad psicológica, hace un tiempo. Tiene recurrentes sueños donde se imagina en un colectivo y de golpe escucha un estruendo, que hace estallar una de las ventanas e impacta sobre un pasajero, una bala supongo. Todos habitantes del ómnibus están en el suelo por un lapso de segundos hasta que recuperan la estabilidad emocional. Mi mamá se despierta exaltada −, eso fue lo que escuchó mi abuela de boca de Diego en el kiosco de Dani.
Daniel es el kiosquero del barrio, y de hecho todo chisme termina en su negocio. Era imposible haberme olvidado de él para esta historia, y como uno de sus clientes predilectos no iba a tener ningún tipo de inconvenientes allanar mis dudas.
− Sí, el hijo de Norma me comentó hace mucho tiempo que la madre no está bien, que había dejado de trabajar a causa de un ataque de pánico que sufrió arriba de un colectivo.
− ¿Sabés algo más?
− No, pero me dijo algo que me quedó dando vueltas en la cabeza… Tuvo que vender todas sus escopetas porque a Norma le hacía muy mal verlas, incurría en ataques.
Me fui del kiosco agradeciéndole la información, pero a la vez empezando a procesarla. Si ataba algunos cabos sueltos tenía el porqué al enigma. Sueños recurrentes con colectivos atacados desde afuera por alguien, más el miedo a las escopetas. La historia se inclinaba hacia un lugar.
La clave estaba situada en el momento del quiebre, donde se apaga una forma de vida y se encienda otra. Una mujer muy emprendedora, con el ánimo siempre renovado y un buen gesto para cualquier situación, se había transformado en la postal de una vida. Y el inicio de su cambio data desde el alejamiento de su trabajo.
Ella no tenía auto, de hecho hasta el día de hoy no lo tiene, y no por falta de recursos sino por miedo a lo nuevo. Conservadora y clásica son otras de sus características.
Sin más para indagar la historia necesitaba la elección de un camino para no estancarse, inconscientemente estaba pidiéndome que una las puntas para tomar una decisión. Quizás de manera descabellada con todo lo que poseía se me ocurrió que lo más pertinente y lógico dentro de un misterio bastante bien encubierto o jamás investigado era la vinculación de Norma con el loco de la escopeta.
Era arriesgar para poder seguir, no había forma de que pudiese saber si ese punto de partida era realmente un punto de partida, pero no me quedaban muchas fichas y mi juego ya estaba a la vista, tenía que apostar.
El loco de la escopeta fue un acechador psicótico que tuvo a maltraer a los pasajeros de colectivos de la cuidad de Rosario. Su modus operandi era un tanto particular, se hacía de una escopeta y desde un auto en movimiento disparaba a unidades de transporte en cualquier horario y zona de la cuidad. Con decir que el la policía Argentina completamente sorprendida por tal fenómeno pidió, en su momento, la colaboración del FBI y estos tampoco pudieron con el vil maleante.
La conexión lógica por la cual había llegado a este punto era netamente deductiva. De aplicación directa con la información recavada. Su hijo había tenido que vender sus escopetas, Norma sufría recurrentes sueños con colectivos atacados, delirios, etc. Sumado a que para ese entonces consulté a un psicólogo amigo y me dijo
− Es muy probable que esta mujer sufra un recuerdo recurrente de una situación traumática vivida, y que sus sueños expresen lo que ella no puede por tenerla atemorizada −. La explicación me confió en mi elección.
Me dediqué a saber más acerca de este peculiar agresor. Sus ataques datan de 1999; los blancos elegidos son siempre colectivos, sin ninguna línea predilecta; la luz del día era protagonista para sus ilícitos, y casi siempre atacaba desde un auto, o sea, en movimiento. Con tanta mala fortuna que en su haber había una víctima fatal, una nena de tan solo 12 años.
A todo de Norma no había ni un destello. Había pasado bastante tiempo ya para haberse ido de visita a casa de algún familiar o para estar de vacaciones. Pero mi memoria, un tanto endeble, me invitaba a buscar cual había sido la otra ocasión en la que Norma se ausentó de forma abrupta y duradera. No sabiendo bien en que recoveco de mi psiquis me metía, ni tampoco que buscaba, tuve un recuerdo.
La gente en el barrio es mayoritariamente joven, mis vecinos rondan en la media de los 50 años, es por eso que logré asociar lo mucho que las ambulancias visitaron la casa de Norma en este último tiempo. Pero la última vez que un móvil hospitalario se apareció por su casa, pareció ser con un fin netamente informativo, se notó claramente desde mi ventana, y en un juego de ademanes entre Diego y el médico, es este último quien le pasa un papel que lee detenidamente e inmediatamente el hijo de norma se quiebra, y mira al cielo como buscando una respuesta. Pude advertir que el eslogan de la ambulancia decía “tu salud mental es tu salud” y no pude ver un teléfono o un nombre que acompañe a esa frase.
Con otro dato más certero ya, internamente, no tenía ninguna duda que la desaparición de Norma tenía que ver con su salud mental. Asociar nunca me fue difícil y en este caso todos los caminos me llevaban a pensar que Norma sufría algún desequilibrio mental. Solamente tenía que relacionar su delirio con el loco de la escopeta.
Internet me resultó de gran ayuda en la etapa final. Era crucial saber donde estaba Norma, que era de su vida. Por eso en el buscador puse la frase que había observado como slogan en aquella ambulancia y mis sospechas se confirmaron. Norma debía estar internada, debía estar en ese centro de enfermos mentales. Eso justificaba absolutamente todo, sus cambios drásticos, sus ausencias, su cambió de vida, sus sueños recurrentes, etc.
Tenía en mis manos el cierre, me faltaba averiguar porqué llegó a ese estado de locura y cuan grave era. La respuesta debía estar en el Instituto donde Norma supuestamente estaba, hacía allí me dirigí, ingresé y el mundo pareció morir al cruzar esa puerta, una puerta que marca una línea tan delgada como sagrada. La línea de la cordura y la de la locura.
Las paredes blancas y los largos y solitarios pasillos donde se sienten los gritos del silencio. La soledad tenía casa y yo la estaba visitando, me sentí un anfitrión más de una fiesta con muy pocas luces, una fiesta que no quería festejar nada bueno. El mundo ahí no entiende de lógica ni reglas, cada uno tiene su manual, cada uno vive a su manera, cada loco con su tema.
A todo esto yo caminaba atónito de la escena que veía, no podía entender como hace una persona para terminar así, para estar en ese lugar tan frío y desolador, esa creo que es la palabra que mejor definió mi sentimiento. En eso un médico se acercó, y le pregunté
− ¿Aquí se encuentra la paciente Norma…? − Se permitió la duda e inmediatamente asintió con la cabeza. Parecía saber muy bien de quien le hablaba pero se mostraba un tanto dubitativo de mi persona.
− ¿Usted quién es? − Pregunta de forma despectiva.
Me permití contarle todo, mi real interés y cercanía con la historia, como así también mi preocupación por Norma a esa altura. Solo atinó a decirme
− Sufre un delirio por el loco de la escopeta, pero está medicada y contenida − su tono fue tan filoso como el de un cuchillo, señal de que no había espacio para la charla.
Recién ahí pude comprender que el mundo sigue para todos, claro, para algunos de una manera y para otros de otra, pero sigue. Jamás voy a saber a ciencia cierta que fue lo que le sucedió a Norma, pero su vida cambió en un instante tan delgado como irreversible. Pude comprender que la vida pende un hilo, un hilo que a veces ni nosotros manejamos. Son esas jugadas del destino que nos van acomodando y nosotros tenemos que saber amoldarnos para seguir aprendiendo, para seguir viviendo.
Norma jamás volverá a ser Norma, por lo menos la que todos recuerdan con tanta vehemencia y una sonrisa en el rostro. La vida la dejó abandonada en ese instituto y probablemente nunca volverá a buscarla.

sábado, 27 de junio de 2009

A mi me tocó reír, pero a él no le tocó llorar



La imagen ilustra un momento altamente conocido por todos en Rosario. Aldo Pedro Poy en vuelo triunfal luego de haber impactado con su cabeza la pelota que cambiaría la historia de Rosario Central.
El Monumental de Núñez fue testigo del match que paralizó la vida de toda una ciudad allá por el 71, el 19 de diciembre más precisamente. Poy está en aire, seguramente pensando más en el inminente gol que en su vuelta al suelo, pensando en el festejo, más que en el resto del juego, quedándose toda la vida en ese instante fotográfico, sin dudas el más importante de su carrera de jugador. Pero paradójicamente, su víctima, aquel hombre que recibió esa herida en forma de esférico, que sentenció el juego a favor de Central, y lo dejó de cara al campeonato que conseguiría posteriormente tras vencer a San Lorenzo en la final, ese hombre no era más que Fenoy, Carlos Alberto Fenoy. Vecino y amigo de Poy de toda la vida. Se criaron juntos, jugando al fútbol en las calles de Arroyito, compartían las tardes viendo dibujitos en la casa de alguno de ellos, tomando la leche puntualmente a las 5 de la tarde y luego, yendo a degustar su mayor amor de niños, la pelota. Todavía quedan en la memoria colectiva de los vecinos la imagen de Poy y Fenoy jugando de chiquitos en esa plaza, algunos lo cuentan con alegría, otros no pueden olvidar lo que significó ese partido y tienen un tinte de tristeza, porque los remonta al momento definitorio y la victoria de Central. Lo cierto es que todos concuerdan que Aldo, de carácter jovial y muy entusiasta siempre le decía a su amigo, “vos y yo vamos a compartir juntos un partido importante, jugando juntos”, dentro de la ilusión, Aldo jamás se imaginó que eso tuviese algo de realidad. La niñez hacía pensar en lo poco factible de esa declaración, aunque el tiempo se encargaría de darle la razón de forma parcial.
Recuerdos, todos son grandes recuerdos, esos niños dejaron esa condición, uno llegó a ser figura de su equipo, Aldo se convirtió en un líder Canalla, el club de sus amores, mientras que su amigo, defendía los colores de su eterno rival. Es innegable decir que la alegría por el éxito de ambos no era del todo completa para ellos, los dos equipos se iban a enfrentar en la instancia de semifinales del Nacional de 71, la irrisoria frase de Aldo en su niñez se había hecho realidad.
También el viejo Mario, un vecino del barrio, los encontró en el bar de la avenida, para el que conoce arroyito sabe lo que ese bar significa en la historia del barrio. Charlaban amenamente, como siempre, como cuando eran chicos, pero con ambiciones opuestas; le comento que en esa época el fútbol se vivía con mucha pasión, pero era más racional, el jugador de fútbol podía darse el lujo de salir a la calle en una víspera tan importante y no sentirse asediado por miles de hinchas pidiéndole la obviedades de turno como: Hay que ganar, no se puede perder, por favor deja todo… como sucede en estos tiempos. En esa charla, y a tan solo dos días de esa final, Aldo tuvo otro presagio, le dijo a su amigo, mitad en broma y mitad en serio, deciles que me marquen a mi, yo te conozco bien a vos, y las risas no tardaron en llegar.
Pelota que viene de la izquierda, centro al área, ahí está Poy, pero que hace, se lanza en palomita, conecta el cabezazo… Y la gente le ganó al relator… GOOOOOOOOL!!!! De Central, esas fueron las palabras del prestigioso relator de ese entonces, Nicolás Geninatti, quien pareció tomar dimensión de lo emotivo que era el encuentro y traslado a su tono toda esa carga de espectacularidad.
El partido jamás dejó de jugarse en la futbolera ciudad de Rosario. Entre tantas otras cosas, se entiende porqué Central y Newell’s tienen motivos de sobra para ser rivales. En mi casa todo me recuerda a ese momento, quizá nunca se supo está historia de la amistad separada por un partido, sin embargo, como cuando éramos chicos, acá enfrente mío, mientras redondeo esta anécdota, 38 años después, me está alcanzando un mate, en mi vieja casa de arroyito, mi gran amigo de la niñez, al que le dije que me marcaran, Carlos Alberto Fenoy, que sólo atinó a decirme: “Podes creer, si me tiraba un poquito más...”, envuelto en una risa eterna.